
Tu segundo cerebro: cuando el intestino dicta tu ánimo y energía
Share
el último bocado de la cena, tu sistema digestivo trabaja incansablemente. Pero ¿sabías que esa actividad va mucho más allá de procesar alimentos? Lo que ocurre en tus entrañas influye directamente en tu estado de ánimo, tu capacidad para concentrarte y, por supuesto, tu vitalidad.
La clave está en la estrecha comunicación entre tu intestino y tu cerebro, un diálogo constante de señales químicas y nerviosas conocido como el eje intestino-cerebro. Cuando la microbiota —ese universo de bacterias beneficiosas— está en equilibrio, tu cerebro recibe mensajes de calma, estabilidad y energía. Pero si descuidas tu alimentación con comidas ultraprocesadas, azúcares en exceso o faltas de fibra, esas bacterias buenas disminuyen y el desequilibrio puede traducirse en cansancio, irritabilidad o incluso ansiedad.
Incorpora en tu dieta prebióticos naturales como la avena, el plátano o la alcachofa de Jerusalén; fermentados como kéfir, kombucha o kimchi; y polifenoles de frutos rojos y té verde. Con cada cucharada de fibra y cada sorbo de bebida fermentada, estás alimentando a tu segundo cerebro. El resultado: más serotonina circulando, mejor digestión y un ánimo más estable. Pequeños cambios a diario pueden marcar la diferencia entre un día donde te sientes ligero y con ganas de comerte el mundo, y otro donde la neblina mental te impide concentrarte.
Cuando cuidas tu intestino, cuidas tu mente. Y ese cuidado interno se refleja en tu piel, tu sueño y tu energía para enfrentar cualquier reto.